domingo, 8 de mayo de 2011

Dos cuestiones a propósito del fallo del Tribunal Constitucional respecto a Bildu


El fallo del Tribunal Constitucional que permite a Bildu concurrir a las elecciones municipales y autonómicas ha provocado algunas reacciones dignas de analizar desde la perspectiva de quienes vamos a ejercer el derecho al voto en esos comicios. Es innegable que su irrupción en pleno arranque de la campaña electoral está condicionando el debate, a la vez que revela comportamientos que retratan fielmente el ADN de algunas formaciones políticas y sociales.
Me refiero, en primer lugar, a un PP que vuelve a evidenciar que el respeto que profesa a la Justicia se nueve en el beneficio político que pueda reportarle cada instancia, en cada momento. En este sentido son esclarecedoras las inconcebibles y antidemocráticas declaraciones de González Pons, respecto a las consecuencias del fallo del TC que da luz verde a la formación abertzale de cara a la próxima cita electoral.

El fallo del TC es el que es, nos guste o no. Otra cosa es por dónde circule Bildu tras pasar por las urnas. Pero esa es otra historia a la que tendremos que estar atentos.
Un comportamiento, el del portavoz y demás voceros del PP, que Mariano Rajoy autoriza desde su medido silencio, rendido como está al enorme poder interno que ostentan en el partido "demócratas de toda la vida" como Aznar, Mayor Oreja, Acebes, Iturgaiz y otros tantos renombrados "ultras" del entorno de FAES, Fuerza Nueva o los Legionarios de Cristo que conviven gozosos en un Partido Popular difícilmente homologable a alguna de las derechas democráticas europeas.
Bien, pues estos tipos se proclaman como alternativa y están en su derecho, pero ¿son creibles?. Alguien con una mínima sensibilidad democrática puede creer que quien expresa groseramente su desprecio por la Justicia, utiliza frívolamente una sentencia del TC o no duda en manipular la lacra del terrorismo y a parte de sus víctimas para obtener rédito político, puede ser alternativa de algo? .
He mencionado en segundo lugar a una parte de las víctimas del terrorismo. Me refiero concretamente a las alineadas en una determinada asociación que, a propósito del fallo del Constitucional respecto a Bildu, ya ha anunciado, con el pacet del "bunker" Popular, su intención de volver a la calle a clamar contra el Gobierno, el TC o lo que pinte, apoyadas y jaleadas por aquellos que mezclan interesadamente odio, amenazas, crucifijos y trapos predemocráticos, en una amalgama indigna que les define meridianamente.

Las víctimas del terrorismo, en general, tienen mi total, absoluto y permanente respeto y comprensión, no en vano han sido afectados de forma injusta y traumática por la irracional e inaceptable barbarie terrorista que rechazo radicalmente. Su sitio en la sociedad es determinado y, como mínimo, debe ser preservado y honrado por todo gobierno democrático que se precie con la generosidad y el respeto, reconozcámoslo, con los que lo está haciendo el actual ejecutivo.
En cambio, aquellas otras víctimas del terrorismo que ceden tan respetable y dolorosa condición, poniéndola curiosa y repetidamente al servicio de determinados objetivos políticos, colocan en un segundo plano ese respetable status y pasan a convertirse en meros activistas políticos, sin más.
A partir de ese momento, con todo el dolor de mi corazón, lo único que me suscitan es un incontenible rechazo y lástima..., mucha lástima.

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