lunes, 23 de mayo de 2011

22-M. Decisiones y consecuencias

Es una obviedad, pero en política, como en todos los órdenes de la vida, cada una de las decisiones que se toman genera sus consecuencias. Y esto es lo que ha sucedido en las elecciones municipales y autonómicas en las que el Partido Popular ha conseguido una incontestable e histórica victoria que, entre otros aspectos, tiene mucho que ver con una serie de decisiones erróneas tomadas por el gobierno de Rodríguez Zapatero.

Es cierto que todo gobierno que gestiona una crisis cosecha ineludiblemente el castigo de los electores y con mayor motivo en el caso de la actual, que está abocando a nuestro país a un desplome en el empleo como jamás se conoció. A este escenario hostil para cualquier gobernante, hay que añadir que estas elecciones municipales y autonómicas se jugaron en clave nacional, estrategia planteada abiertamente por el Partido Popular y que, en una decisión incomprensible, el PSOE  afrontó como si no supiera o no quisiera esquivarla.

Pero este esperado castigo de los ciudadanos, que nadie adivinó en su enorme magnitud, también es consecuencia de una serie de decisiones erróneas adoptadas por un Presidente de Gobierno que primero negó la existencia de la crisis para luego, una vez reconocida, gestionarla en clave de ajustes de claro contenido antisocial (reforma laboral, reducción del salario a los funcionarios, congelación de pensiones, etc....) que en su día le costaron una huelga general y ahora un revolcón histórico en las urnas, que se ha llevado por delante el buen trabajo realizado por los socialistas en numerosos ayuntamientos y en algunas comunidades autónomas.

En el Principado el hecho diferencial y sorprendente fue la irrupción de Foro Asturias, que ha tenido dos consecuencias impactantes. Por un lado la derrota del Partido Socialista al que supera en número de diputados en la Junta General y arrebata feudos históricos como Gijón; por otro, la voladura controlada de la facción astur de su partido de origen, el PP, que ya anda pidiendo árnica y enarbolando bandera blanca de rendición.


Pese a todo el caso asturiano no escapa de la arrolladora estela nacional que ha catapultado a lo populares. Se adivina en la suma del voto de las derechas que concurrieron a las urnas, que dibuja un escenario similar al resto de los territorios del país. Dicho esto, resulta igualmente obvio que de estas elecciones saldrán nuevos gobiernos que habrán de tomar decisiones, que  a su vez traerán consecuencias para quien las toma y para quienes seremos sus destinatarios.

En el caso de FAC, un proyecto que durante la campaña se  ha manifestado parco en propuestas y generoso en generalidades y agitación de emociones, los resultados le obligan a mover pieza y poner sobre el tapete de Asturias las políticas que suponemos tienen, para tratar de acercarnos a la boca de salida del túnel de la crisis. Veremos con qué consecuencias.

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