sábado, 19 de marzo de 2011

Post breve desde Luarca

El sol con el que amaneció el día me echó de Oviedo hacia mi sitio natural.
Mañana brillante, brisa suave del nordeste y una luz espléndida que, con el aire limpio, hace que brille en toda su intensidad la belleza tranquila del puerto pesquero.
Estoy en Luarca, mi lugar de referencia. He visto entrar al Roxo con su pequeña marea de botonas y Balbino me contó que, a las nueve y media de la mañana, en plena bajamar, cargó en el sarreo de Cadavedo un paxo de oricios llenos "pero no como los de febrero", que esos si que son la leche.
Entre vino y vino (aquí la sidra es rara avis) me dice que anoche hubo luna llena y que por eso mañana y pasado habrá maraeas grandes y que los últimos oricios y los bígaros se juntarán en las piedras, a la sombra de los cantiles, esperando que él o a cualquier otro baje hasta allí "a pañalos". Es lo suyo.
Resulta agradable volver a casa y encontrarte cara a cara con la gente y la mar de tu vida.
En compañía de los viejos amigos, entretenido con las pequeñas historias cotidianas y arropado por el rumor de  los recuerdos, me siento inmensamente libre.

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