domingo, 13 de marzo de 2011

El precio que se cobra la Tierra

Los efectos del seísmo y posterior maremoto que devastó el norte de Japón, aún están por determinar. Ni siquiera un pais puntero en la investigación y la prevención de este tipo de sucesos puede, setenta y dos horas después, evaluar con cierta aproximación la magnitud de semejante tragedia. Así de duro es el precio que a veces se cobra la Tierra.

Resulta sobrecogedor asistir desde el salón de casa a la aniquilación de un territorio en tiempo real y vía satélite, en un delirante cara a cara entre el hombre y la furia incontenible de la Naturaleza.

Sobre la corteza terrestre, los mares y el espacio aéreo de este planeta azul, los seres humanos libramos furiosas batallas de consecuencias cruentas a lo largo de los tiempos. Pero desde antes de esas batallas, en el subsuelo terrestre y los fondos marinos, una lucha incesante de fuerzas imponentes fué fraguando nuestro mundo hasta darle el aspecto con el que lo conocemos hoy. Algo que nunca debemos olvidar.

Es inevitable. La Naturaleza sigue su curso y nos recuerda cíclicamente que está ahí, en silenciosa ebullición desde el principio de la vida, reclamando nuestra atención súbitamente. Frente a esto sólo cabe el asombro inicial, el dolor y la reacción solidaria del hombre frente a la catástrofe. Algo que también  llega al salón de nuestra casa vía satélite, de forma ininterrumpida y desgarradora.

(En solidaridad con el pueblo japonés)



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