lunes, 2 de mayo de 2011

La estela de los del 77


Hace unos días se cumplió el 43º aniversario de la legalización de los sindicatos en nuestro pais. Como no es un número redondo la fecha pasó sin más, así que he decidido tomarla como excusa para desmontar la forma y el fondo de algunos de los contenidos fascistas y excluyentes que salen de las bocas de esa orquesta de paniaguados que, desde el bunker mediático, disparan contra las organizaciones sindicales. Para hacerlo tomaré como referencia  los Pactos de la Moncloa y el marco histórico en el que se firmaron. Un hito que, a propósito de la crisis global en la que andamos enfrascados, esgrimen impúdicamente estos  mismos canallas, herederos de la derecha de la época, como espejo en el que mirarse.
Mil novecientos setenta y siete fué un año especialmente duro que arrancó con la conocida como Semana Negra de la Transición, uno de los varios capítulos que a punto estuvieron de dar al traste con las ilusiones de libertad y democracia hacia las que avanzaba ilusionada la mayoría de la sociedad de este país.
Corría el mes de febrero cuando se produjo la muerte de dos jóvenes estudiantes en la capital: Arturo Ruiz (asesinado por los Guerrilleros de Cristo Rey en una manifestación pro amnistía) y Mariluz Nájera (asesinada por la policía al día siguiente en la manifestación de protesta por el asesinato de Arturo). Los terroristas del GRAPO secuestraron al general Villaescusa y los fascistas de la Triple A asesinaron a los abogados laboralistas del despacho de Atocha. Todo ello en el plazo de siete días. Madrid era un polvorín y las calles un espacio que llenamos al grito de: “obreros y estudiantes unidos vencerán”.
En este escenario, el movimiento sindical, cuya fortaleza se había fraguado en las movilizaciones de los represivos años sesenta, rompìa el marco de sus reivindicaciones laborales para asumir el papel de impulsor de la lucha por las libertades ante la imposibilidad real de los partidos de izquierdas cuya reciente legalización y su incipiente estructura en el interior, les limitaba en exceso.
Es en este momento, ilusionante y convulso, cuando se produce la legalización de los sindicatos UGT, CCOO y USO,. Corría el 28 de abril de 1977 y apenas unos meses después, con su nuevo estatus recien estrenado, los sindicatos españoles darían una  auténtica lección de responsabilidad y visión de pais al asumir y apoyar los Pactos de la Moncloa. En medio de una axfisiante inflación y precarización salarial, los trabajadores y sus organizaciones fueron ejemplo de coherencia y compromiso al supeditar parte de sus justas reivindicaciones al apoyo inequívoco hacia el proceso democrático. Se trataba de salvar la democracia de los embates inmovilistas y en este cometido el papel de los sindicatos resultó crucial, tal y como se reconoció desde todos los ámbitos políticos y sociales de la época.
Pasado el tiempo, y salvando las distancias, los sindicatos volvemos a estar en la encrucijada. En esta azarosa etapa de crisis  nos hemos convertido en el último reducto para frenar la insaciable y grosera ambición de los especuladores financieros. Por eso sus portavoces, bien domados, nos disparan y no dudan en invocar como panacea uno de los capítulos más genuinos de la Transición española, utilizándolo a conveniencia y sin el más mínimo rubor. Resultamos molestos y por eso nos convierten en objetivo.
Creo que no debemos perder la calma. Bebamos en nuestra historia y, a pesar de los errores que hayamos podido cometer, sigamos la estela de los del 77 y mantengamos la coherencia por mucho que nos aprieten desde la caverna y aledaños. Al fin y al cabo su irracionalidad nos llena de razón. Ladran, luego cabalgamos.

1 comentario:

  1. Impecable, pero suscribo, sobre todo, la parte final: "Ladran, luego cabalgamos".
    Siempre me ha gustado esa frase, hasta el punto de hacerla mía muchas veces. Otra cosa para compartir.
    Saludos.

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